Es casi mediodía y el sol es abrasador en Lusaka, la capital de Zambia; Los 34 grados centígrados que marca el termómetro son impropios de noviembre. El comienzo del verano austral está siendo inusual, una llamada más de atención frente a la crisis climática.
"Bueno, al menos con el sol así, mi mercancía no corre el riesgo de empaparse de lluvia", se consuela Thomas Daka, un comerciante de carbón vegetal que vende en el mercado de Kabwata, en el corazón de Lusaka.
Este vendedor cree que ha sido "un año realmente bueno" para su sector. Los cortes de electricidad constantes que se han vivido los últimos meses han llevado a alternativas: "vendo más de sesenta bolsas al día", confiesa a Efe Daka.