La compañía, que estrena presidenta, la finlandesa Anne-Catherine Berner, quiere pasar página a 2024 y centrarse en crecer, remunerar a los accionistas, muy magullados por el desplome de las acciones, e ir retomando las inversiones
Grifols triplica el resultado y reduce el endeudamiento en su ‘annus horribilis’
Grifols quiere centrarse en el futuro y pasar página a 2024, un año marcado por una crisis bursátil, de transparencia y de gobernanza sin precedentes, como consecuencia del acoso sin cuartel del fondo bajista Gotham.
La junta de accionistas, celebrada este jueves, quiso escenificar este nuevo rumbo. “La mayoría de puntos se han aprobado con más del 99% de los votos”, se ufanaba el vicepresidente de la compañía, Raimon Grifols, en un encuentro informal con periodistas posterior a la junta.
El cónclave, que congregó a 602 accionistas en representación del 69,72% del capital social de la compañía, fue un remanso de paz. La buena marcha de la empresa en los últimos trimestres ayudó. Pero probablemente tuvo más que ver la bandera blanca levantada por los hedge funds (fondos buitre) en vísperas de la junta y el espaldarazo que supuso para el consejo de administración de la multinacional farmacéutica saber que la Justicia de Estados Unidos está dispuesta a investigar a Gotham por difamación.
Grifols vuelve a respirar aliviada, pero no hace tanto, en septiembre pasado, el fondo Mason Capital, titular del 3% de las acciones de la compañía, protagonizó un ataque junto con otros dos fondos rebeldes, Flat Footed y Sachem Head, en contra de la actual cúpula de la compañía. Estos tres inversores, titulares del 8,4% del accionariado, no estaban satisfechos con la evolución de la acción y exigieron una renovación total de las estructuras de gobierno corporativo en la empresa farmacéutica. Apuntaban muy especialmente a Tomás Dagá, abogado de la compañía durante muchos años, accionista minoritario y el hombre de máxima confianza de las dos ramas familiares de los Grifols.
Pero la semana pasada Mason Capital decidió enterrar el hacha de guerra y mandó una carta al consejo en la que manifestó estar “alineado” con el actual consejo, valoró positivamente el “diálogo constructivo” con miembros del mismo, alabó la gestión al frente de la compañía y expresó su respaldo a la lista de candidatos propuesta por el consejo de administración para su elección en la próxima junta general de accionistas, incluyendo a Dagá.
¿A qué se debe este giro radical de los fondos buitre? A un intercambio de cromos para llevarse bien. Mason Capital, Flat Footed y Sachem Head, quieren estar presentes en el consejo de administración, así que apoyaron la reelección de varios ejecutivos en el consejo propuestos por la familia, que controla el 30% de la compañía, a cambio de lograr el nombramiento de su representante, Paul Heredeen.
La oficialización del relevo en la presidencia de Grifols también escenifica el cambio de etapa. Anne-Catherine Berner, exministra de Transportes y Comunicaciones de Finlandia, sustituye a Thomas Glanzmann, que ha estado dos décadas en la compañía ocupando distintos cargos y ha tenido que lidiar con el “ataque falso y manipulador” de Gotham, según declaró en su despedida.
“Trabajaré por mantener los más altos estándares de calidad, rigor, transparencia y gobernanza que caracterizan a la compañía y velaré por los mejores intereses de nuestros pacientes y donantes, con la vista puesta en el largo plazo”, fue el mensaje que traslado Berner a los accionistas.
Aunque la paz no se puede dar por descontada en los últimos tiempos en Grifols, y más con fondos rebeldes metidos en casa y en pleno litigio con Gotham, el nuevo consejo está convencido de que en los próximos años llevará a la multinacional a una etapa de crecimiento “más rentable y fiable”, en palabras del consejero delegado, Nacho Abia, hasta el punto de recuperar el dividendo, congelado desde hace cuatro años.
Los planes pasan por repartir ya este 2025 un dividendo a cuenta de los resultados de 2024, un ejercicio en que la compañía ganó 157 millones de euros (+271%), lo que supone casi triplicar el de 2023. La empresa no descarta tampoco la recompra de acciones como método para remunerar al accionista.
Grifols parece incluso haber superado la crisis en Bolsa. La compañía acumula una subida del casi el 9% en Bolsa en lo que llevamos de año y una escalada del 39%, en relación al mínimo casi histórico que registró el 9 de abril, 7,39. Este viernes, la cotización cerró a 10,30 euros.
Reducir la deuda y mejorar la liquidez
La hoja de ruta diseñada por la actual dirección busca elevar los ingresos un 7% este año hasta los 7.600 millones y llegar a los 10.000 millones en 2029, reducir la deuda y mejorar la liquidez, que son los grandes quebraderos de cabeza de la compañía. Espera alcanzar un flujo de caja de 1.200 millones dentro de cinco años.
El flujo de caja es relevante porque mide la capacidad que tiene una empresa de generar liquidez y, en consecuencia, de hacer frente a los pagos que van surgiendo. La deuda financiera neta se situó, a 31 de diciembre de 2024, en 8.046 millones de euros. El apalancamiento disminuyó hasta 4,6 veces el beneficio bruto de explotación (ebitda), desde las 6,4 que tenía al cierre de 2023.
“Somos más eficientes y más competitivos. Hemos reducido costes y nuestra presencia global mitiga la incertidumbre en un contexto incierto y cambiante”, asegura Nacho Abia.
Entre los planes de futuro, la compañía tiene previsto retomar las inversiones, con el arranque “pronto” de la primera fase de una nueva planta en Lliçà de Vall (Barcelona) y la ampliación de las instalaciones de Estados Unidos, en concreto en Clayton, Carolina del Norte.
El sólido componente industrial de Grifols es lo que ha permitido salvarse de los ataques financieros, aseguran en la compañía. La farmacéutica está especializada en la recolección de plasma para hacer productos hemoderivados a través de una red de 400 centros de donación en todo el mundo, y tiene una producción muy regionalizada, especialmente en Estados Unidos, donde lleva 50 años operando localmente.
Estados Unidos: negocio y litigio
Al otro lado del Atlántico es justamente donde se juega Grifols también su reputación, con el litigio abierto contra Gotham. Aunque el juez estadounidense que lleva el caso, Lewis J. Liman, del Tribunal Federal del Distrito Sur de Nueva York, desestimó la semana pasada la mayoría de los cargos de difamación presentados por Grifols, al considerar que se refieren a “opiniones” protegidas por la libertad de expresión, sí ha considerado investigar a la firma de análisis.
El auto judicial señala que Grifols alegó adecuadamente que el informe de Gotham contenía afirmaciones falsas, como por ejemplo la que sostenía que la empresa no había revelado un préstamo de 95 millones de dólares a Scranton Enterprises, accionista de la compañía.
Dicha información, subraya la farmacéutica, sí figuraba expresamente en todas sus memorias anuales presentadas ante la Securities and Exchange Commission (SEC) en Estados Unidos y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en España, desde el año 2018 hasta 2022.
“El tribunal deja claro que la afirmación de Gotham era un hecho objetivamente falso y potencialmente difamatorio”, explica Grifols, que añade que el magistrado también destaca que Gotham sabía que la información sobre el préstamo era pública, “pero simplemente decidió informar de lo contrario” en su publicación del 9 de enero de 2024.
Así, Gotham habría actuado “con temerario desprecio hacia la verdad”, cumpliendo así el exigente estándar legal de actual malice (dolo) aplicable en Nueva York.
Para Grifols, esta decisión supone un avance procesal significativo, al superar un obstáculo legal importante en un entorno jurídico exigente, como es el del Estado de Nueva York, con elevadas garantías constitucionales para los demandados.