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Clara Mattei: "Donald Trump está mostrando la verdadera cara de la austeridad"

Clara Mattei:

"Hay que entender que los modelos económicos son profundamente políticos. La economía ha jugado la carta de la neutralidad por razones políticas, para mantener a la gente sometida y que piensen que es natural y espontáneo", argumenta esta economista para explicar que la austeridad, una herramienta contra los ciudadanos, esté inculcada en el inconsciente colectivo

“La austeridad preserva esta incapacidad de pensar en sistemas económicos diferentes y opera para extraer más recursos de la mayoría para enriquecer a una pequeña minoría”.

Clara E. Mattei (Italia, 1988), profesora de Economía en la Universidad de Tulsa y directora del Centro de Economía Heterodoxa (CHE) bucea en los oscuros orígenes intelectuales de la austeridad  en su libro 'El orden del capital' (Editorial Capitán Swing). Mattei examina a la Gran Bretaña y la Italia de entreguerras del siglo pasado donde la recuperación del poder por parte de la clase trabajadora impulsó políticas económicas verticales que promulgaron la austeridad como fórmula para frenar al movimiento obrero. Pocas cosas han cambiado un siglo después. “La economía dominante no ha cambiado”, añade Mattei que apunta que “el sistema se reproduce porque debilita a la gente a través de la austeridad y debilita nuestra forma de pensar a través de ideas falsas, que aparentemente son muy convincentes debido a la forma en que son retratadas por expertos o inversores”. De esta manera, esta economista asegura que “Donald Trump está mostrando la verdadera cara de la austeridad. Siempre ha sido así, pero ya ni siquiera hay la justificación de una crisis financiera, es simplemente un ataque a los trabajadores”.

Usted escribe que la austeridad surgió tras la Primera Guerra Mundial como un método para evitar el colapso del capitalismo. Ahora estamos viviendo un cambio económico muy profundo debido a las nuevas tecnologías, por ejemplo Yanis Varoufakis dice que estamos volviendo al tecnofeudalismo. ¿Es la austeridad otra vez la fórmula para mantener los privilegios de esas elites?

Desde luego que sí. Creo que el trabajo histórico es importante porque proporciona una visión más sistemática de cómo funciona el capitalismo, para que se descubran que hay ciertas tendencias en cómo se gobierna nuestra economía que son bastante recurrentes. Estas especificidades históricas indican muy claramente que nuestra economía capitalista es un sistema político que necesita ser protegido constantemente. No hay nada espontáneo en un sistema que se basa en la explotación de la mayoría en el sentido de que esa mayoría tiene que vender su capacidad de trabajo para sobrevivir como única opción para ganarse la vida. Así, la austeridad preserva esta incapacidad de pensar en sistemas económicos diferentes y opera para extraer más recursos de la mayoría para enriquecer a una pequeña minoría. Ahora estamos asistiendo a una aceleración. Los datos de Oxfam muestran que vivimos un momento de desigualdad histórica. Los multimillonarios acumulan 5.700 millones al día mientras que la mayoría es cada vez más pobre como resultado de las políticas de austeridad. La austeridad no funciona ya en el sentido de menos Estado y más mercado.

No es una cuestión de debilidad del Estado.

Ya no funciona así. Austeridad es que el Estado decida desviar recursos a favor de la élite. ¿Cómo? A través de lo que yo llamo la trinidad de la austeridad. La austeridad fiscal no consiste en gastar menos, sino en gastar en una determinada dirección. Se dejan de destinar recursos a políticas sociales, la sanidad, la educación, el transporte o el empleo, mientras que se subvencionan a los gestores de activos o a las empresas digitales. La idea de permitir que la economía de plataforma no pare de crecer en la extracción de la renta de los consumidores es el resultado de la austeridad. Es una situación que el Estado permite, a pesar de que ataca violentamente a la clase trabajadora en favor de unos pocos. O lo hace recortando los gastos sociales mientras pone dinero en el complejo industrial militar, como ocurre ahora con el rearme de Europa.

También tenemos la fiscalidad regresiva. No es que el Estado grave menos, sino que se incrementan los impuestos regresivos, como los impuestos al consumo que afectan especialmente a las clases trabajadoras. Se crean más impuestos sobre las rentas del trabajo que sobre el capital, los dividendos o los beneficios. Y finalmente la austeridad industrial, consistente en privatizar y desregular. Donald Trump está mostrando la verdadera cara de la austeridad. Siempre ha sido así, pero ya ni siquiera hay la justificación de una crisis financiera, es simplemente un ataque a los trabajadores.

¿Cómo han conseguido convertir a la austeridad en, como usted escribe, parte de una 'economía pura', en un aspecto más de 'una ciencia natural políticamente neutral'?

Esto es relevante. En la actualidad bajo el capitalismo, a diferencia de la sociedad de clases anterior, la coerción está más oculta porque es económica, no es supuestamente política. Se debe a la dependencia de los ciudadanos del mercado. En teoría, somos libres: no somos propiedad de nadie y, supuestamente, somos iguales ante la ley. Pero no somos libres en el sentido de que la mayoría de las personas solo podemos vivir del capital, del trabajo. No hay alternativa. Esta falta de libertad de la mayoría que está oculta por las fuerzas impersonales del mercado es exactamente en lo que la 'economía pura' basa su capacidad para parecer neutral, para justificar la austeridad aunque sea un acto de violencia, a través de una teoría económica capaz de ocultar las relaciones de producción, de explotación, para solo centrarse en el funcionamiento del mercado.

¿No ha habido cambios?

La economía dominante no ha cambiado. Hay que entender que los modelos económicos son profundamente políticos. Se trata de convencer a la gente de que todos estamos ganando con el sistema como consumidores, aunque lo que se maximiza es la explotación laboral de las personas. No hay conocimiento que sea neutral, el conocimiento es altamente político. La economía ha jugado la carta de la neutralidad por razones políticas, para mantener a la gente sometida y que piensen que es natural y espontáneo. En mi libro también explico cómo el capitalismo justifica la violencia fingiendo que en realidad es libertad. Hubo un cambio paradigmático en la teoría económica que pasó de señalar que el valor proviene de la mano de obra, del trabajo no remunerado, que señalaba como fundamentales a los trabajadores, a un paradigma en lo que se valora son los ahorradores, los inversores o el empresariado, que elimina el conflicto de clases y solo se centra en el individuo y el mercado.

La economista Clara Mattei. La economista Clara Mattei.

¿No hay ideas capaces de combatir la austeridad?

La austeridad está aceptada como la única forma posible de gobernar nuestra economía. La economía neoclásica debe ser entendida como lo que es: una disciplina que permite que el sistema sea violento con las personas. Nosotros estamos trabajando en un nuevo centro de economía heterodoxa en Tulsa, Oklahoma, donde explicamos que la economía es una batallas de ideas y que ciertas ideas ganan porque son más favorables al capitalismo. Otras ideas siguen existiendo y podrían ayudar a una transformación social, además de explicar una realidad que determinados intereses trata de ocultar. Se trata de dar voz a diferentes marcos que son muy importantes ya que en la actualidad hay un genocidio del pueblo palestino, hay una catástrofe climática y una catástrofe social. Es necesario que haya una manera diferente de entender el mundo que no nos atrape en el status quo.

¿Qué ha pasado para que el pago de la deuda, los presupuestos equilibrados o la inflación sean conceptos bajo el paraguas de la austeridad que han calado tanto dentro de las sociedades que han domesticado el conflicto de clases? 

El sistema económico capitalista es tan fascinante de estudiar debido a su capacidad para crear un todo un consenso alrededor de un mundo de convicciones y creencias. El papel de los investigadores debería ser estudiar exactamente cuáles son los procesos que llevan a la gente a tener estas creencias que van en contra de sus propios intereses. Siguiendo la tradición marxista hay que preguntarse cómo es que las personas no entienden que están subordinados a una ideas que están destruyendo su vida. Este es el éxito de la narrativa de la austeridad y de la economía neoclásica. Y su éxito es hacer pensar la economía como un todo que funciona. Pero, ¿para quién funciona la austeridad? ¿El pago de la deuda por encima de todo a quién beneficia realmente? Es una ideología que hemos interiorizado, pero que no ofrece el bien para todos porque la austeridad solo funciona para algunos pocos.

Nos han enseñado que el pago de la deuda es vivir dentro de nuestras posibilidades, lo que es falso porque el pago de la deuda básicamente significa que estamos abonando a los acreedores ricos que pueden prestar el dinero. La idea de que debemos trabajar para pagar las deudas, que termina en manos de la élite que nos explota, es una locura. Ahora bien, refleja el poder de una disciplina económica que nos convence de cosas que van en contra de nuestro propio interés. El capitalismo no funciona con la lógica de dar una verdad a todos los que les permita subir en el mismo barco, todo lo contrario, trata de ocultar a los culpables explicando que todos estamos en el mismo barco.

Me puede poner un ejemplo real.

En Estados Unidos hay una cadena de supermercados que se llama Dolar Tree. Todos sus productos son muy baratos, la gente que compra en estos establecimientos suelen ser muy pobres. Hable con una de las cajeras que me dijo que tenía que dormir en la calle. Le pregunté cuánto le pagaban y me dijo que nueve dólares la hora, pero que solo le permiten trabajar hasta 20 horas a la semana para no tener que pagar prestaciones. Esta mujer no tiene un hogar, gana menos de 800 dólares al mes. ¿Cómo sabe ella que el sistema está ganando y que, en realidad, pagar la deuda significa que el poco dinero que el Estado tiene va a parar a manos de los acreedores? Esta es la narrativa que mantiene a todos inconscientes de una manera muy funcional para el propio sistema. El sistema se reproduce porque debilita a la gente a través de la austeridad y debilita nuestra forma de pensar a través de ideas falsas, que aparentemente son muy convincentes debido a la forma en que son retratadas por expertos o inversores.

Usted escribe que incluso economistas como John M. Keynes, tan utilizado en la actualidad para criticar al capitalismo, tuvo como principal preocupación preservar el orden del capital, lo que él llamó “la delgada y precaria corteza de la civilización”, ¿Por qué es tan difícil escapar de esa ansiedad existencial?

Keynes trata de justificar el sistema, encaja en la categoría de lo que podríamos llamar economía burguesa. Es una economía que oculta el conflicto de clases en favor del supuesto bien común que nuestro sistema puede satisfacer. Él no ve problemas en las relaciones de producción, da por sentado que el trabajo asalariado es la única manera de entender la producción y la única forma posible de organizar la sociedad. El keynesianismo nunca ha sido capaz de escapar de la trampa de la teoría neoclásica en sus implicaciones políticas más profundas: los economistas keynesianos tratan de arreglar el sistema mediante una redistribución del pastel de manera más equitativa. Pero hay que recordar a Michał Kalecki, que criticó a Keynes en su famoso artículo de 1942, diciendo que si técnicamente pudiéramos tener pleno empleo, no sería políticamente factible porque si los trabajadores tienen poder de negociación no consentirán ser subordinados. Así que el sistema nos da una falsa convicción de que podemos tenerlo todo: capitalistas obteniendo beneficios y trabajadores felices. Pero históricamente vemos que cuando los trabajadores consigue recursos, se organizan políticamente para pedir cambios en el sistema.

Hoy lo que vemos es un keynesianismo militar. Vemos un incremento del gasto en defensa que han hecho compatible con la lógica de la austeridad. El Estado está gastando, pero en una dirección que, nuevamente, no empodera a nadie salvo a la industria armamentística. No se trata de redistribuir recursos, solo de fomentar las ganancias de unos pocos.

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¿Dónde han quedado los planteamientos de la izquierda?¿Dónde cree que está ahora la izquierda?

El fracaso de la izquierda habla de la capacidad de la austeridad para moldear la sociedad en beneficio propio. Hay muy pocas personas valientes en la izquierda que sean realmente capaces de decir la verdad al poder. Nuestro sistema es políticamente inestable. Puede cambiar. Y lo importante es entender que las políticas económicas tienen un efecto en los mercados laborales. Y esto es lo que realmente más importa, incluso a pesar de esos tecnócratas que luego dicen que el único mundo posible es el capitalismo. Saben que no es verdad. Es importante tener en cuenta que existen alternativas. Si nos fijamos, por ejemplo, en Brasil, el MST, el movimiento de los trabajadores sin tierra, tienen millones de seguidores, han ganado acceso a la tierra y organizan la agricultura democráticamente, con éxito en la exportación de arroz biológico. Hay otros muchos ejemplos de trabajadores autogestionados. No deberíamos dar por sentado que no hay alternativas.

¿Cómo cree que han influido la falacia de la meritocracia o el cuento del sueño americano en la imposición del ideal de austeridad?

El mito del sueño americano o la meritocracia son una popularización de ideas profundamente arraigadas en los modelos económicos. No estoy diciendo que los modelos económicos sólo moldeen estas creencias comunes, pero definitivamente hay una interacción dialéctica para que se fortalezcan mutuamente. Hay artículos académicos que tratan de explicar que las ganancias son la recompensa por la productividad marginal del capital, lo que el capitalista merece por su contribución al sistema de producción. Hay otro análisis muy diferente que señala que este beneficio es el resultado de un trabajo no pagado y la extracción de excedente de los trabajadores. El análisis del beneficio como recompensa justa es coherente con la lógica de la meritocracia. Y tiene un impacto enorme en la gente, por supuesto, hasta el punto de que la gente vota por Donald Trump porque es el resultado del éxito de la austeridad. Nos hacen creer que los que están ahí arriba están porque se lo merecen, lo que es muy pernicioso.

Usted señala que economistas, tanto liberales como fascistas del siglo pasado, insisten en la teoría de que para garantizar la libertad económica los países debe renunciar a las libertades políticas o, al menos, restringirlas. ¿Por eso es tan peligrosa la austeridad para la democracia?

La austeridad expone algunas verdades profundas como que existe una incompatibilidad entre la lógica de la necesidad y la lógica del beneficio. Por ejemplo, en Gaza y en Palestina se está perpetrando un genocidio que para algunos es muy rentable, es decir, se está impulsando la economía mientras se masacra a la gente. Esta contradicción entre la lógica de la necesidad y la del beneficio solo puede superarse democratizando el espacio económico y las decisiones económicas. Y ahí es donde nos encontramos a los tecnócratas y a determinados expertos que pretenden estar por encima de cualquier debate. Por eso la rendición de cuentas democrática es fundamental. Si hubiera personas normales decidiendo la política monetaria o la fiscalidad no se verían subidas de tipos de interés o la desregulación del trabajo ni recortes en la sanidad pública. Ocurre en Estados Unidos y también en la Unión Europea, que tiene una estructura poco democrática y donde el BCE está organizado para no tener intervención política.

¿Qué se puede hacer para frenar este proceso antidemocrático?

No podemos confiar en que los expertos favorezcan los cambios desde arriba. La lección política es que las cosas suceden cuando hay presión desde abajo. En Italia tuvimos un referéndum sobre la privatización del agua, todo el establishment estaba a favor, pero perdieron. Hay discursos básicos, como que los bienes comunes necesitan ser protegidos, por los que la gente se moviliza. La manera de cambiar las cosas es desde abajo, no desde arriba,. Hay demasiada corrupción sistémica y demasiados conflictos de intereses. Todos los que están en la cima se benefician del sistema, incluido profesores como yo.

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