Una empresa en Barcelona destapa la relación rota entre el filántropo Mauricio Botton, su ex, una millonaria anciana italosuiza que tuvo problemas con la Agencia Tributaria tras divorciarse, y su hija
Una de las grandes fortunas españolas cierra tres centros sociales que atendían a cientos de niños vulnerables
Una pequeña cartera de pisos y oficinas en zonas privilegiadas de Barcelona, una galería de arte en Hawái, un divorcio millonario y un pleito con Hacienda.
El empresario rompió hace años toda relación con su exesposa, la millonaria octogenaria de origen italiano Fiammetta Bettuzzi, y su hija, Tatiana Botton, estadounidense criada en la capital catalana que acaba de aflorar su vinculación con una empresa radicada en Barcelona cuyo nombre, Germina In SL, remite al del holding de Mauricio Botton, Germina Finance.
Fundada en 1985, Germina In está administrada por un banquero de inversión afincado en Suiza, Etienne Mouthon, “especializado en Planificación Patrimonial Internacional y estructuración financiera así como inversión directa en Private Equity”, explica en su perfil en LinkedIn. Tras ella, a través de una instrumental en Luxemburgo, está Tatiana Botton, empresaria y fotógrafa de 53 años.
Botton, que no ha respondido a los mensajes de elDiario.es, nació en Nueva York en 1972. Según su perfil en LinkedIn, tiene una pequeña galería de arte contemporáneo en Maui, en el archipiélago de Hawái. Con trabajos paisajísticos en la Antártida o el desierto de Namibia y retratos para Vogue, GQ, The London Telegraph o People en Español, antes de dedicarse a la fotografía estudió Filosofía en Montpellier, Literatura americana y Cine en Barcelona y Periodismo en la UCLA (Los Ángeles).
Botton no tenía vinculación directa con Germina In en el Registro Mercantil español hasta que la pasada Nochebuena se inscribió su nombramiento como apoderada de Germina In, el mismo cargo que ocupa desde hace años su madre, Liliana Fiammetta Bettuzzi Botton, que en la documentación oficial en Luxemburgo ha mantenido su apellido de casada. Nacida en Génova (Italia) en 1938, diversos Registros señalan que tiene nacionalidad suiza e italiana.
La anciana fue administradora solidaria de Germina In SL junto a Mauricio Botton durante décadas, aunque la empresa no depositó cuentas durante varios ejercicios, lo que apunta a la ruptura entre sus dos administradores. Ambos cesaron en octubre de 2012, en vísperas de que, en 2013, un tribunal de familia de París reconociera a la italiana, que entonces rondaba los 75 años, una pensión de divorcio de 30,9 millones de euros, “numerosos bienes y derechos, el usufructo de varias viviendas en Barcelona y en Sitges” y el 50% de diversas cuentas corrientes en entidades financieras españolas y acciones en empresas.
Armario precintadoLos detalles de su millonario divorcio con Mauricio Botton afloraron por un pleito fiscal de la anciana con la Administración española. Está recogido en una sentencia de 2019, cuando el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) avaló la orden judicial de entrada de catorce funcionarios de la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT) en la sede de Germina In SL en Barcelona.
Según la sentencia, confirmada por el Tribunal Supremo en 2021, Hacienda se personó en esas oficinas, domicilio a efectos de notificaciones de la octogenaria, para recoger diversa documentación que estaba precintada en un armario tras un primer registro en el marco de una amplia inspección fiscal a la italosuiza por los ejercicios 2013-2017.
Tras la millonaria sentencia de divorcio, la anciana comunicó en 2014 que era residente fiscal en ese país desde 2007. Pero la AEAT y la Abogacía del Estado sostenían que Bettuzzi había “simulado” que vivía en Suiza, en una residencia en las inmediaciones de la estación de esquí de Crans-Montana, en el cantón del Valais.
Hacienda creía que lo hizo para “eludir sus obligaciones tributarias relativas al IRPF, IRNR [Impuesto sobre la Renta de no Residentes] y el impuesto sobre el patrimonio”; y que en realidad vivía en el que fue el domicilio conyugal antes de su divorcio, una vivienda de 400 metros cuadrados en Barcelona.
La AEAT veía indicios de que una aportación no dineraria por valor de más de 8 millones a la sociedad luxemburguesa de la que cuelga Germina In, Pinnacle Europe, “y la posible ganancia patrimonial con esa operación, tampoco ha sido objeto de tributación ante el fisco español”. Y al tener la residencia fuera de España, “la posible ganancia patrimonial generada por la enajenación de acciones de Danone tampoco ha sido objeto de tributación”.
Se basó entre otros indicios en los consumos de esa enorme vivienda en Barcelona, la asistencia de la anciana a “muchas” juntas de la Comunidad de Propietarios; que el piso tenía teléfono fijo y un seguro “que cubre el riesgo de obras de arte ubicadas en la vivienda”; en que Bettuzzi tenía varias cuentas abiertas en bancos españoles o en que para Danone “constaba” como residente en España para cobrar sus dividendos. Además, había constancia de “compras o prestaciones de servicios efectuadas en territorio español”, como facturas de distintas clínicas médicas.
Para intentar frenar el registro de Germina In, la multimillonaria y sus asesores (entre ellos, el bufete barcelonés Roca) sostuvieron, entre otras cosas, que su pensión de divorcio se ingresó en un banco suizo tras un litigio resuelto en Francia; que “cuando tuvo que ingresar en un hospital para tratarse de una enfermedad seria lo hizo e ingresó en un hospital suizo”; y “que la mayor parte de su patrimonio se encuentra fuera de España”.
También que el importe de sus cuentas en el extranjero era “muy superior” al de las españolas, justificadas en “que tiene inmuebles en España y que cuando se encuentra en España tiene que tener liquidez”; y que los consumos de luz y teléfono de esa vivienda eran muy bajos. Las Juntas de propietarios solo acreditaban que “está presente los días 1 de marzo de 2011, 27 de marzo de 2014, 14 de octubre de 2014 y 19 de octubre de 2015, pero existen otras actas en las que se refleja que está ausente”. Y “por muchos días que se computen” su presencia en España era “escasa”, lejos de los más de 183 días que exige la normativa española.
Se desconoce qué deparó esa inspección, pero la justicia avaló el registro de la sede de Germina In, que en los últimos años ha facturado unos 400.000 euros anuales y en 2020 y 2021 se anotó beneficios de 6,18 millones. Su propietaria, la luxemburguesa Pinnacle Europe, tenía en 2023 activos de 40,7 millones repartidos en España, Francia (una participada a unos metros del Arco del Triunfo de París) y Reino Unido. Allí inscribió en 2023 una de ellas desde el opaco territorio de Guernsey.
La española Germina In tenía en 2023, último ejercicio en el que presentó cuentas, 26,8 millones en activos, con inversiones en más de una decena de inmuebles. Entre otros, un ático en el barrio de Gracia, locales comerciales y pisos en la Diagonal, garajes y un edificio de oficinas en la zona de Sarriá-Sant Gervasi, una de las más caras de Barcelona; y un apartamento cerca del Raval, no muy lejos del local en el que el fundador de Danone, el judío sefardí Isaac Carasso, creó en 1919 una modesta empresa de yogures que acabó trasladando a Francia en 1926.
Su nieto, Mauricio Botton, cultiva un perfil público muy discreto, pero suele ser noticia por su aparición en los rankings de ricos españoles. Forbes le situaba en el puesto 87 de mayores fortunas del país en 2023, con un patrimonio de 400 millones procedente de la venta, en 2015, de sus acciones en la filial española de Danone. En su momento, las inversiones de Germina Finance, incluyendo su negocio de aceite de oliva, llevaron al municipio catalán de Avinyonet del Penedès a ser uno de los de mayor renta bruta declarada en España.
Directivo de la multinacional durante casi cuatro décadas, Botton ha tenido negocios con otro de los multimillonarios menos conocidos del país y con mucho apego por Luxemburgo, Ricardo Portabella, cuya fortuna también tiene su origen en ese gigante alimentario.
En España, es accionista de compañías como la inmobiliaria Excem, que pilota el inversor David Hatchwell, amigo y socio del músico Nacho Cano en su musical Malinche e implicado en su momento en el frustrado macroproyecto de juego Eurovegas. Hatchwell preside la Fundación Hispano-Judía, de la que Mauricio Botton es presidente de honor.
El magnate (“no tiene hijos”, señalaba Expansión en 2015) ha sido noticia en los últimos años por su actividad filantrópica. El año pasado, fue polémica la decisión que tomó junto a su esposa desde hace años, Carlota Botton, de cerrar tres centros sociales en Catalunya que atendían a cientos de niños vulnerables a través de su fundación, que durante años se llamó Germina.
La entidad abandonó Catalunya (aunque donó los inmuebles en los que desarrollaba esa actividad benéfica a los dos municipios afectados) y se trasladó a Madrid, como hizo Botton por su rechazo al referéndum de 2017.
En 2021 Mauricio y Carlota Botton también coparon titulares tras donar 50 millones de euros para un innovador centro de investigación y tratamiento del cáncer de páncreas en Lisboa junto con la Fundación Champalimaud. Esta entidad debe su nombre al fallecido empresario portugués Antonio Champalimaud, en tiempos la mayor fortuna del país vecino. Su máxima era: “Aparte del honor, todo se compra y todo se vende”.