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China se conjura para superar a EEUU como potencia nuclear al licitar otros diez reactores atómicos este año

China se conjura para superar a EEUU como potencia nuclear al licitar otros diez reactores atómicos este año

El gigante asiático entra en el cuarto ejercicio con diez proyectos nucleares en sus carteras de pedidos estatales. Los encargos para 2025 supondrán un coste de 27.000 millones de dólares y llevarán la potencia atómica china hasta los 65 gigavatios. El reto oficial es alcanzar los 200 GW, el 10% de la producción global, en 2040

El combate contra el cambio climático sale a cuenta: generará 4 billones de dólares en nuevos negocios en 2050

A un ritmo de diez reactores nucleares anuales desde 2022.

Pekín ha confirmado en 2025 que se adentra en el cuarto ejercicio con una decena de proyectos atómicas de uso civil en construcción. Dentro de esta nueva hornada, cuatro de ellos han sido adjudicados a la estatal China General Nuclear Power. Con ellos serán 40 los reactores que el gigante asiático gestiona ya en su cartera, lo que concede mayor credibilidad si cabe al desafío de Xi Jinping de hacerse con la hegemonía energética de origen atómico.

Con estos nuevos diez proyectos, la segunda potencia económica acapara casi la mitad de las centrales de nuevo cuño que se levantan en todo el mundo y empieza a alinear su hoja de ruta con su reto de arrebatar a EEUU el cetro global de generación de energía atómica, que tiene como fecha de caducidad el final de la presente década.

El coste de la promoción nuclear 2025, que elevaría la capacidad atómica china hasta los 65GW y pone a Pekín en disposición de alcanzar los 200GW en 2040, potencia semejante al 10% de la producción actual de energía atómica mundial, asciende a los 200.000 millones de yuanes -algo más de 27.000 millones de dólares-, según medios locales como The Paper que manejan fuentes oficiales. Además de los cuatro de los reactores adjudicados a China General Nuclear Power para el despliegue de sus centrales situadas en Fangchenggang y Taishan, otras tres energéticas con distintos grados de titularidad pública en sus accionariados -China National Nuclear; State Power Investment y China Huaneng Group- se harán cargo de la construcción de dos reactores cada una.

Todas ellas han registrado aumentos de capitalización en la bolsa de Hong-Kong en las últimas dos semanas. A partir de que el Consejo de Electricidad confirmara sus pedidos nucleares para este año y de que la Asociación de Energía Nuclear constatara el protagonismo creciente de las fuentes de generación atómica en el mix energético chino y en las cuotas productivas globales.

A pesar de que subyacen no pocas incógnitas sobre la eficiencia de los desembolsos financieros y los avances reales de unos proyectos que suelen encallar por retrasos reiterados y sobrecostes habituales. Toda una constante en todo el mundo. En EEUU, Reino Unido y Europa pueden dar fe de ello. Los dos reactores británicos en Hinkley Point C -afirma Bloomberg-, han disparado sus facturas hasta los 63.700 millones de dólares.

Incluso sobre China, que se beneficia de un sistema financiero que brinda a los promotores de proyectos acceso a préstamos a bajos tipos de interés que generan un ahorro clave, ya que los desembolsos más cuantiosos corresponden a su implantación inicial. El gigante asiático también acumula retrasos.

Sostén de cadenas de valor y rebajas de la luz

La estrategia energética China en favor de las fuentes nucleares se asienta sobre una doble idea motriz: su contribución a la sostenibilidad y la madurez de las cadenas de suministro y su poder de reducción del recibo de la luz a su poderosa estructura industrial.

En paralelo, la Corporación Nuclear Nacional de China (CNNC), entidad responsable del diseño de la ingeniería atómica del país y de los servicios de su ciclo completo, del suministro energético de los equipos civiles y de la estrategia industrial y civil, se ha trazado un ambicioso itinerario temporal para comercializar la tecnología de fusión nuclear que finaliza en 2050.

En connivencia con otra meta, la de certificar las emisiones netas cero de CO2 en el ecuador del siglo. Tras una primera fase de experimentación que se encuentra en “una fase avanzada” y otra de demostración que empezaría a ejecutarse en 2045. Dentro de un plan, llamado Sol Artificial, que ha adquirido la vitola de geoestratégico por parte de Pekín y que pretende acelerar la fusión atómica, proceso mediante el cual el sol y otras estrellas generan la energía, por lo que se la ha considerado una fórmula casi infinita de obtener energía limpia.

Sin embargo, resulta extremadamente complejo instaurar su industrialización de una manera sostenida. De modo que solo un selecto club de naciones como EEUU, Rusia o Corea del Sur han logrado dominar sus exigencias técnicas. Además de China que ha protagonizado el sorpasso a todos ellos en patentes de fusión, según un informe de Nikkei Asia, en un momento en el que la carrera competitiva en Occidente ha perdido ritmo.

Recientemente, la cadena de televisión americana CNBC divulgó imágenes vía satélite recabadas por Planet Labs en la que se mostraba la rápida construcción, a lo largo de 2024, de un enorme centro de fusión láser en China, cuya cúpula de contención, donde se crea la reacción por fusión, “duplica el tamaño” del NIF, el National Ignition Facility, el proyecto investigador de fusión por confinamiento inercial que desarrolla el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore en California y que logró duplicar la producción neta de su reactor en 2023. Tal y como admite Decker Eveleth, analista de CNA Corporation, think tank financiado con recursos federales y dedicado a avanzar en tecnología para fines energéticos con sede en Arlington (Virginia). Si bien pone en duda que el campo experimental chino no sea un híbrido de fusión y fisión nuclear.

Aunque otras voces de la comunidad científica americana conceden credibilidad a otro proyecto chino, el EAST, con los registros más espectaculares en contención más prolongada de plasma dentro de un reactor por fusión, adelantando al WEST de Francia. O el denominado CRAFT, que se completará este año y que ha destinado un enorme campus al Este de China que pretende dar forma a un nuevo tokamak, dispositivo de fusión experimental que responde al nombre de BEST y cuya finalización está prevista para 2027.

En medio de acusaciones por robo de know-how. Por ejemplo, las que proceden de la compañía americana Helion, cuyo CEO y fundador, David Kirtley, asegura que “China, de forma específica, está invirtiendo en agencias estatales que inyectan recursos públicos a empresas que replican diseños del sector privado estadounidense”.

Huida de cerebros desde EEUU

A este temor, bastante extendido entre ejecutivos estadounidenses, se une la fuga de talentos. Michl Binderbauer, físico estadounidense de origen austriaco, CEO de TAE Technologies y dueño de una cuarentena de patentes relacionadas con la innovación energética y nuclear, cree que el fulgurante lanzamiento de nuevos proyectos de fusión en China coincide con un proceso, al que califica de “equivocado” en EEUU por modernizar los reactores en uso, algunos con más de tres decenios de antigüedad. “Nadie quiere trabajar con dinosaurios atómicos, sino en centrales del futuro, por eso hay una cierta huida de cerebros”.

Su visión la corrobora Bob Mumgaard a la CNBC: “En lugar de construir instalaciones, nos fuimos a China y les ayudamos a montar las suyas; fue un grave error, un arrebato de falsa inteligencia”.

Estas críticas se unen a la falta de una hoja de ruta clara en materia de financiación de las fuentes nucleares bajo la Administración Trump, en medio de una extendida recomendación de reducir a marchas forzadas un déficit que galopa en torno al 7% del PIB y alimenta una deuda superior a los 36,4 billones de dólares. Así como a las amenazas cada vez más fundadas de que China está ganando el pulso tecnológico a EEUU.

Entre otras constataciones, la alianza configurada en torno a la CNNC en 2024 de la que nació China Fusion, que ha captado en su primer aniversario más de 240 millones de dólares de esta institución oficial y de Zhejiang Zheneng Electric Power dirigidos a crear dispositivos tokamak de vanguardia. Técnica que usa campos magnéticos para confinar plasma sobrecalentado y generar energía sin emisiones ni residuos radiactivos a niveles significativos. Y que ha llevado a EEUU y a Francia a reconocer que el gigante asiático podría superar sus flotas de reactores ya en 2030.

Es, de hecho, un secreto a voces en la esfera diplomática internacional que China está edificando un arsenal nuclear civil a velocidad de crucero desde que, en 2019, levantase su suspensión por el accidente del reactor de Fukushima Dai-Ichi.

Riesgo de seguridad y mapa atómico civil

Si bien queda pendiente el control de sus riesgos de seguridad, que han sembrado de dudas sus posibles accidentes nucleares. Uno de los más recientes que se apuntaron desde el exterior fue el de la planta de Taishan, en 2021, gestionada conjuntamente por Électricité de France (EdF) y China General Nuclear Power, situada a unos 200 kilómetros de Hong-Kong y que el régimen de Pekín logro revertir las informaciones que hablaban de una fuga radioactiva a un incidente nivel cero sin riesgo radiológico.

Mientras el país sigue sin firmar los acuerdos internacionales sobre reglas y estándares con los que se comparten responsabilidades en caso de accidentes ni mantiene un perfil activo en áreas como la recuperación del combustible empleado en las centrales. Aunque los indicadores chinos sobre transición energética sean positivos.

Desde 1951, año en el que se inició la construcción de centrales nucleares, 44 naciones se han adentrado en la energía atómica. Hasta mayor de 2025, el informe World Nuclear Industry Status contabiliza 815 reactores. La mayor parte en territorios de un repóker de naciones que encabeza EEUU, con 94 que suministran una potencia de 97GW, tienen un promedio de 43,2 años de vida, y no construye desde 2013, y al que sigue China, con 59 en uso y una capacidad de 56,7 GW, una longevidad de apenas 10,9 años y 31 reactores en construcción en 2025 y otros veinte en cartera y Francia, con 57 operativos que aportan 63 GW a su mix energético y sin nuevas centrales desde 2017. En conjunto, las plantas atómicas galas tienen un promedio de 38,9 años de antigüedad.

Rusia, con 36 reactores, genera una potencia de 26,8 GW y tiene en activo la construcción de siete nuevas centrales nucleares para reducir una edad media de 31,2 años de vida útil. Por detrás surge Japón, con 14 que inyectan a su tendido eléctrico 12,6 GW, pero que mantiene el veto a nuevas instalaciones desde 2010, año del accidente de Fukushima.

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