"Yo no veo ningún motivo que me haga pensar que puede haber un cambio en Venezuela en el corto plazo", sostiene el director de Le Monde Diplomatique, edición Cono Sur
Nicolás Maduro juró el cargo el pasado 10 de enero, en un acto más tranquilo de lo esperado por la oposición y algunos gobiernos extranjeros. Desde entonces, y a semanas de las legislativas de mayo, se mantiene en la presidencia de Venezuela sin mayores contratiempos.
“No veo ningún motivo que me haga pensar que pueda haber un cambio en Venezuela en el corto plazo”, sentencia.
En el pasado, la comunidad internacional apostó con fuerza por Juan Guaidó: Europa lo reconoció como presidente, y en aquel momento daba la sensación de que Maduro podía estar más vulnerable que ahora. “El chavismo no está en su peor momento”, afirma Natanson. “En primer lugar, la economía ha mejorado. Venezuela sufrió una catástrofe económica en la que el PIB se redujo en una cuarta parte en solo cinco años, pero, en los últimos tres años, Venezuela ha crecido notablemente. Venezuela no está en su peor momento económico, ni Maduro atraviesa su etapa de mayor aislamiento internacional. Esto me parece clave”.
El periodista y politólogo argentino señala que “Maduro estuvo más aislado entre 2016 y 2020, cuando el Grupo de Lima y las sanciones de EEUU alcanzaron su punto máximo de presión. Ahora la situación es distinta, en buena medida porque Maduro ha construido una red de alianzas internacionales muy fuerte. Venezuela cuenta con el apoyo de China, Rusia, Irán, Turquía e India, así como de potencias intermedias que compran su petróleo y le brindan apoyo logístico para la industria hidrocarburífera”.
Natanson destaca que Guaidó “no había ganado ninguna elección, era un presidente sin legitimidad, pero, aun así, en ese momento el chavismo estaba más frágil. Ahora, en cambio, el chavismo se robó las elecciones y no hubo un solo militar que se sublevara. El chavismo está más fuerte; ese es, para mí, el punto central”.
“Para mí es como muy complejo el sistema venezolano”, relata Natanson, “también muy plástico, porque es un sistema que se fue construyendo mediante sucesivos parches. No hubo una hoja de ruta socialista o leninista, sino que la fueron armando, muchas veces con decisiones tácticas que se pensaban como provisionales y que se transformaron en algo permanente. Ahora Maduro va a reformar la Constitución, van improvisando, el chavismo también es muy ágil, son muy decididos y en situaciones de peligro se cierran sobre sí mismos verticalmente”.
El director de Le Monde Diplomatique Cono Sur afirma: “Yo no subestimo a Maduro. Para mí sería un error, es un error enorme de la oposición venezolana, pero buena parte de la mirada sobre Venezuela está muy contaminada, sobre todo aquí en Europa, sobre todo aquí en España, por la oposición venezolana en el exilio. Gente que, de repente, hace 15 años que no va a Caracas o diez años que no va a Venezuela. Y pierden un poco el punto de vista”. Y añade: “A veces eso incide demasiado en la mirada de la prensa europea y, sobre todo, española sobre Venezuela. Hace falta comprensión sobre Venezuela”.
En este sentido, Natanson define el sistema venezolano como “autoritarismo caótico”, con un Estado “que es muy fuerte en algunas cosas, pero de repente no puede controlar la totalidad del territorio. Esto no es algo que no tuvieran otros países de la región: Colombia llegó a tener el 40 % del territorio sin control del Estado y Perú lo mismo. Pero Venezuela está adquiriendo problemas que no tenía”.
A menudo, en España, la situación política en Venezuela se convierte en un debate de política nacional, también en el Parlamento Europeo, por el uso que hace de ella la derecha y la extrema derecha: “Venezuela es utilizada como un espantapájaros por las fuerzas de derecha del mundo. En América Latina también se produce la 'venezolanización'. En Argentina nos quemaron la cabeza con la idea de que Argentina se iba a convertir en Venezuela. Y es mentira. Venezuela es un atajo retórico, de la derecha, un atajo falaz”.
Natanson señala, además, “que hay una incomprensión de la complejidad del proceso político venezolano, lo cual no exculpa a Maduro. No estoy diciendo que Maduro no sea autoritario, pero yo no uso 'dictador' porque 'dictadura' no me gusta para Venezuela, me remite a algo más del siglo XX. Pero hay violaciones a los derechos humanos, hay gente que muere en la cárcel bajo custodia, hay presos políticos... Pero me parece que hay una incomprensión del proceso político venezolano y por eso la oposición, sobre todo la oposición del exilio, choca una y otra vez contra la pared. Durante más de dos décadas de chavismo, la oposición vivió en un desvarío estratégico entre seguir la vía democrática, presentarse a elecciones, presentar candidatos, llamar a la insurrección popular o a la intervención extranjera. Y, a veces, en el mismo año se presentaban a elecciones, los tipos perdían y decían 'esto es totalitarismo' y llamaban a la insurrección popular”.
En cuanto al último proceso electoral, el periodista y politólogo entiende que “la oposición hizo todo lo que estuvo a su alcance para desplazar a Maduro y lo que lograron es desnudar el autoritarismo de Maduro, obligaron al chavismo a anunciar un resultado electoral que no tuvieron manera de justificar. No se la vio venir el chavismo. Si Maduro hubiera imaginado que iba a perder, habría tumbado la papeleta de la Mesa de Unidad Democrática en marzo y pagaba un coste mínimo. Maduro iba a una construcción de una elección más parecida a la de 2018, con abstencionismo opositor, con oposición dividida, con bajo entusiasmo... Lo que pasa es que la estrategia de María Corina Machado lo llevó a otro lugar, porque, al final, hay algo de política en Venezuela. No es una dictadura, no es un totalitarismo cerrado, hay cuatro gobernadores opositores, alcaldes opositores...”.
¿Cuáles son las grandes diferencias entre la fase de Chávez y la fase de Maduro? “La responsabilidad de la crisis económica es de Chávez y la responsabilidad del giro autoritario es de Maduro. Yo creo que Chávez, por supuesto, era un mejor líder que Maduro, era más popular, más humano. Pero también influyen las circunstancias en las que está cada uno”.
“Chávez habló siempre de Revolución Bolivariana”, explica Natanson. “Algunos dicen que, en Venezuela, Bolívar tiene un estatus de santo laico que no tienen otros países bolivarianos, tipo Colombia. Para Venezuela, Bolívar es un factor de unidad nacional; la bandera, los colores bolivarianos, es lo que los une, y Chávez se apropió de eso y le puso el adjetivo 'bolivariano' a la Revolución”.
“Y Maduro”, sostiene el periodista y politólogo, “está haciendo una especie de perestroika tropical. Hizo un giro ortodoxo fuerte en su política económica, con ajuste fiscal, con apertura, con reprivatización silenciosa de algunas empresas que se habían estatalizado durante el chavismo. Yo creo que parte del triunfo de Maduro, en sentido político, de poder organizar la elección, robársela y seguir en el poder, se explica por su alianza con un sector de las élites venezolanas a las que les está yendo muy bien en estos últimos tres años, con sectores empresarios, financieros, banqueros, etcétera”.
¿Y cómo será la relación con Trump? “Yo creo que hay intereses opuestos en el gobierno de los Estados Unidos en relación con cómo tratar esta nueva fase de la situación venezolana. Por un lado, están estas declaraciones de Trump de tumbar al dictador; y está Marco Rubio, el primer secretario de Estado de origen cubano, que tiene un compromiso personal con Venezuela. Pero Trump también está liderando un gobierno que es muy sensible al lobby de las empresas hidrocarburíferas, y lo que le dicen las empresas a Trump es: 'Si nos vamos de Venezuela, entran los chinos y los rusos'. De hecho, la recuperación económica de Venezuela se explica en buena parte por la recuperación de la industria petrolera. Venezuela llegó a producir tres millones de barriles antes de Chávez; después de que Chávez se apoderó de PDVSA, bajó a 2,4 y se mantuvo. Empezó a caer a partir de 2013-2014 por diferentes motivos, y las sanciones en ese momento afectaron. La industria petrolera llegó a estar en 300.000 barriles, que no es nada, y hoy está en 700.000-800.000”.
Natanson señala que “esa recuperación se explica casi toda por Chevron”, pero Trump ha revocado la licencia especial que le dio Biden antes de las elecciones: Venezuela le estaba “exportando 300.000 barriles de petróleo por día a Estados Unidos”, pero la apuesta por el extractivismo y el abandono de cualquier política de transición energética también hace que Estados Unidos no vaya a necesitar tanto el petróleo venezolano: “Es compleja la ecuación de cómo entender la política del gobierno de Trump hacia Venezuela”.
“El progresismo no sabe qué hacer”El director de Le Monde Diplomatique Cono Sur afirma que “el progresismo no sabe qué hacer con Venezuela, es un punto ciego. A cualquier persona más o menos de izquierda le preguntas qué opina de Cuba y va a tener una opinión formada mínima, hay una posición sobre Cuba. Yo empecé a escribir el libro porque me he dado cuenta de que hablaba con mis amigos de izquierdas y no entendían lo que estaba pasando en Venezuela, y el libro es un intento de explicar qué pasa y qué pasó en Venezuela, porque yo creo que la izquierda tiene un problema, porque Venezuela fue cambiando: fue parte de esa primera oleada de la izquierda latinoamericana, Chávez fue padre fundador de esa estirpe de presidentes, los Kirchner, Lula, Evo, Correa... Eran gobiernos democráticos y que hicieron cosas muy buenas y fueron muy positivos en general. Y lo que pasa es que Venezuela se salió de esa foto de familia y se metió en otra foto de familia”.
Y añade: “Yo dedico toda una parte del libro a explicar que en 2015 Venezuela dejó de ser una democracia, se convirtió en un régimen autoritario. Y por la forma en la que se robaron la última elección ya quedaron muy pocos izquierdistas, muy pocos progresistas, que defiendan a Venezuela. Yo defendí la posición de Petro y de Lula de tratar de reencauzar política y democráticamente lo que estaba pasando en Venezuela. Fue un fracaso diplomático: Maduro les prometió algo, mostrarles las actas, y no lo hizo, y entiendo también que ahora tengan que tener una relación operativa con Venezuela, porque Colombia tiene una frontera de 2.200 kilómetros con Venezuela: el gobierno de Colombia necesita hablar con el gobierno de Venezuela, y Petro es el presidente de Colombia”.