Back to Top

La sanidad pública se desangra en Portugal: "Esto ha sido planeado"

La sanidad pública se desangra en Portugal:

El celebrado Servicio Nacional de Salud, herencia de la revolución del 74, continúa su deterioro entre la carencia de médicos y la falta de inversión, que solivianta a los profesionales e irrita a los usuarios, con el riesgo de privatización en el horizonte

Portugal se asoma a nuevas elecciones un año después: cómo hemos llegado hasta aquí y qué dicen las encuestas

La contienda electoral portuguesa se vio sacudida esta semana por un frío dato estadístico que ilustra el deterioro constante de la sanidad púbica en el país vecino: la mortalidad infantil aumentó un 20% entre 2023 y 2024.

Sentada en su despacho de Oporto, la presidenta de la Federación Nacional de los Médicos (FNAM), Joana Bordalo e Sá, se subleva. “Es inaceptable” repite.

El Servicio Nacional de Salud (SNS), una de las primeras grandes conquistas sociales de Portugal tras la Revolución de los Claveles de 1974, lleva más de una década con las luces de emergencia puestas. La doctora Bordalo, especialista en oncología, tiene una de estas flores rojas que simbolizaron el tiempo nuevo que enterró a la dictadura en un mueble de la oficina, tras el escritorio. “Creemos en la democracia”, dice, tras despacharse a gusto contra la ministra de Sanidad del actual gobierno conservador, Ana Paula Martins, quien entre sus últimas propuestas para revitalizar el sistema ha lanzado la de permitir que los farmacéuticos (ella lo es) puedan emitir recetas médicas.

“Además de incompetente, ha sido intransigente, arrogante e inflexible”, acusa Bordalo, que cree que hay un plan concertado en la derecha política para ir minando sucesivamente la calidad de los servicios y empujar a los ciudadanos hacia la privada. “De alguna manera, esto ha sido planeado”, asegura, y remacha: “Cuanto más se degrada, más se crea la necesidad de tener que recurrir a la externalización de servicios”.

Uno de los más acuciantes problemas de la sanidad es la ausencia de médicos. De los 60.000 que hay inscritos en la Ordem dos Médicos (equivalente a los colegios de médicos españoles), solo 30.000 están en la pública, y eso incluye a los 10.000 residentes, que están en periodo formativo. El resto terminan en el sector privado o al extranjero —la Ordem registró 1.800 solicitudes de certificados de cualificación profesional para ejercer fuera del país de 2018 a 2023—. Pero para retenerlos hacen falta condiciones laborales que Portugal ya no garantiza y que remiten al rescate del país tras la crisis financiera de 2008, encarnada en la troika del FMI, Comisión Europea y el Banco Central Europeo, cuyo recuerdo todavía suscita ira en la población.

“Perdimos el 20% del poder adquisitivo”, recuerda Bordalo, que explica que los tímidos aumentos sucesivos no han compensado aquella caída, por mucho que gobernarse el Partido Socialista. La timidez del Ejecutivo de António Costa en aumentar el gasto social fue una de las causas del desencuentro con sus socios parlamentarios de izquierda en 2021, y la prudencia presupuestaria de su última etapa, ya con mayoría absoluta, solo permitió una recuperación menor de las condiciones.

Joana Bordalo de Sá, presidenta de la Federación Nacional de Médicos de Portugal. Joana Bordalo de Sá, presidenta de la Federación Nacional de Médicos de Portugal.

Bordalo explica que hay 1,6 millones de usuarios que no tienen médico de familia asignado y situaciones recurrentes como que mujeres a punto de dar a luz tengan que recorrer “kilómetros y kilómetros” en ambulancia para que las atiendan. “Este año ha habido 25 partos en ambulancias”, censura.

Una de las medidas más aparentes que aplicó el año pasado el gobierno de Luís Montenegro, del conservador Partido Social Demócrata, fue la de indicar a los ciudadanos que antes de ir a Urgencias llamen a un teléfono, bautizado como SNS24, para cribar la gravedad de los casos. “No resuelve nada, al final la gente acaba igualmente en Urgencias, y el pasado invierno llegamos a tener algún caso de esperas de 17 horas”, indica.

La apuesta por la colaboración público-privada, la cesión de instalaciones al llamado sector social, ligado a órdenes religiosas y con tintes de beneficencia, o la propuesta de integrar a la privada en el sistema, como proponen los ultraliberales de Iniciativa Liberal, partido minoritario en el parlamento, pero que ha coqueteado con la idea de entrar en un eventual gobierno de derechas, tienen a la profesión revuelta.

La doctora Ana Rita Jesús, médico de familia del centro de salud de Alcántara, en Lisboa, coincide con Bordalo en que la cuestión económica no es la única que expulsa a los médicos a la privada. Falta, según explica una “flexibilidad” que permita a los doctores compatibilizar la vida profesional con la familiar, y no que las administraciones soliciten, como una de las ofertas laborales que ha visto últimamente, que un potencial candidato asuma tener que hacer tres guardias de 24 horas en una semana, además de las 40 horas semanales de rigor.

Jesús es de las fervientes defensoras de una sanidad vocacional en la que la “lógica comercial” no dicte la forma de trabajar. “Lo que tienen que hacer es creer en el servicio. Se trata de no destruir lo que ya está construido”, emplaza. “Pero hay gente que no cree”, lamenta.

Ana Rita Jesus, médico de familia en Lisboa. Ana Rita Jesus, médico de familia en Lisboa. Los enfermos pagan el pato

La degradación del sistema trae de cabeza a muchos usuarios, desesperados por las demoras. Débora Santos, de 48 años, que da un apellido ficticio aunque acepta posar para una foto, explica a las puertas de otro centro de salud lisboeta, el de Sete Ríos, que a su marido le han detectado un cáncer de garganta y que no consigue cita para las pruebas porque el sistema informático, que teóricamente es único, realmente no es universal y provoca retrasos. “Tenemos que venir aquí a implorar que nos atiendan”, lamenta, juntado las manos en señal de rezo. “Antes no era así, pero desde hace dos años está horrible”, critica.

“No hay más que retrasos, llevamos un mes para que le renueven la receta de los medicamentos”, protesta, y de paso reconoce que votará a la extrema derecha de Chega. “Ya me cansé, siempre es la misma porquería”. La propuesta estrella del partido ultra es que los inmigrantes en situación irregular solo puedan ser atendidos de urgencia. Débora, que es brasileña, lleva ya décadas en Portugal, pero dice que está pensando en regresar.

Shoroff Udin, bangladesí residente en Portugal. Shoroff Udin, bangladesí residente en Portugal.

“Llamo al SNS24 y no contestan, mi mujer lleva un mes con fiebre”, explica Shorof Uddin, de Bangladés, que lleva 10 años en Lisboa. Antes iba mejor, pero ahora es muy lento, cuenta. Explica que en una ocasión anterior reunió 30 euros para una primera consulta en la privada. Entonces estaba solo. Con su esposa y la niña ahora ya con él en Lisboa, no hay presupuesto para el dispendio, explica el hombre, preocupado, junto a las escaleras del centro por el que minutos después desciende Conceiçao Pereira, de 65 años, votante conservadora. “El personal te trata de forma impecable, yo pasé un cáncer y dos anemias graves. Por la parte humana no tengo nada que reclamar”, relata. Pero es consciente de que la situación general es precaria: “Hay más gente y menos médicos. No hay milagros”.

Cron Job Starts