
Esta nadie la vio venir. Ni los cazadores de tendencias ni los fabricantes de hits. Si hace solo un año alguien hubiese profetizado que un veinteañero mexicano triunfaría en los más grandes pabellones españoles armado con solo guitarras acústicas, contrabajo e instrumentos de viento, lo hubiesen tomado por loco. Pero aquí está Peso Pluma (el martes, en el Wizink Center de Madrid; el miércoles noche, en el Palau Sant Jordi de Barcelona), erigido en insospechado icono de la temporada sin necesidad de sumarse al infinito catálogo de artistas de las llamadas músicas urbanas que tiran de ritmos pregrabados y autotune.

















