
Es en tiempos convulsos cuando el debate sobre la conveniencia (o no) de exhibir públicamente los afectos políticos se torna candente, especialmente para quienes gozan de más proyección. ¿Debe un artista ostentar su activismo o, por el contrario, limitarse a cumplir con las exigencias de su profesión? Esta cuestión enciende acalorados debates desde la 'extraña fruta' (Strange Fruit, una canción contra los linchamiento de afrodescendientes en EEUU) de Billie Holiday hasta los pechos desnudos de Amaral. A la vez que los británicos Sleaford Mods finalizaban abruptamente su concierto en Madrid por la insistencia de un espectador en lanzarles un pañuelo palestino, Björk publicaba un post en Instagram cuestionando irónicamente si la expansión de Israel significaba "compartir".
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