"¿Confías en mi?" / "No sé por qué, pero sí". Estas son las palabras con la que Aladdín lleva convenciendo a la princesa Jasmine desde que en 1992 se estrenara la película de Disney que lleva su nombre, para subirse con él a la alfombra mágica desde la que sobrevolar Ágrabah. La alfombra en la que embarcarse juntos en una aventura con la que experimentar, por primera vez, la libertad.
Ella, la libertad que le es prohibida por vivir recluida tanto física –no se le permite salir de palacio– como emocionalmente, ya que por ley ha de casarse con un príncipe, no importa si es desconocido, con el que continuar el legado de su padre.