En este solo de danza llamado El lugar de los pasos perdidos, con más de 60 años, Valenciano, con una simple fregona, unos pañuelos, un cable, un bocadillo, una silla y un vaso de leche es capaz de convocar toda la luz y la poética de su arte. Una luz crepuscular, de otro mundo donde el tiempo es abolido y reina el símbolo, la muerte y la metonimia.
Valenciano es una de las coreógrafas más relevantes desde que a finales de los años 80 iniciara periplo con Aupa (1987). La formación de su compañía, El Bailadero, en los años 90 y su serie de piezas nominadas Disparates son ya parte de la historia de la danza contemporánea española.
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