Si al acabar de leer este artículo echa de menos algún momento de lectura de este verano u otros anteriores ya puede decir que tiene algo en común con Marcel Proust. Son esos instantes que quedan interrumpidos por frases que han perdurado en el tiempo y que igual pronunciaban los padres del autor francés en Días de lectura como nuestro cuñado en el apartamento compartido: "Venga, cierra ya el libro, vamos a comer".
Proust consideraba que los libros son como un recordatorio de los jardines perdidos. Ahora con una buena sombra ya serviría el paralelismo.
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